Fecundo polígrafo venezolano que cerro con su muerte un triángulo
escaleno entre Carúpano, donde nació el 24 de abril de 1866; Guayana, donde
trascurrió la mayor parte de su existencia, y Maracay lugar donde falleció el 8
de febrero de 1931.
Hasta ahora a sido casi
imposible escribir sobre la historia y la etnología de Guayana sin citar a
Bartolomé Tavera Acosta, señalado por Ramón Armando Rodríguez en su
“Diccionario Biográfico e Histórico de Venezuela” como el científico venezolana
que posiblemente ha tratado mayor número de asunto sobre nuestro país
después de Arístides Rojas.
Entre
sus obras destacan “En el Sur” (Dialectos indígenas de Venezuela) editada en
Ciudad Bolívar, 1909, en la imprenta de Benito Jimeno Castro al igual que
“Anales de Guayana”, 1905-1913; y
“Rionegro”, 1907, (Reseña etnográfica). Historia y Geografía del Territorio
Amazonas); “La Batalla de Boyacá y su
transcendencia política en la América Hispana” y “Páginas Historiales”, ambas en Ciudad Bolívar, tipografía El
Comercio, 1919; “Apuntes para la Historia”, Caracas, Imprenta Nacional, 1903;
“Las Provincias Orientales de Venezuela en la Primera república”, Caracas 1923;
“Bolívar, símbolo de gloria”, Caracas, 1930; “Historia de Carúpano”, Caracas,
“Los Petroglifo de Venezuela”, UCV, 1957; “página de historia Nacional”,
Caracas, 1924 Y “Venezuela pre-coloniana” (Contribución al estudio de la
analogías míticas, idiomáticas y religiosas de los aborígenes venezolanos con
los continentes asiáticos), Caracas, Tipografía y Litografía, Casa de las
Especialidades, 1930.
“Los
Anales de Guayana” es su obra más voluminosa, soportada en una amplísima
bibliografía. Según Pascual Venegas Filardo “los capítulos iniciales de este
libro, constituyen una fuente invalorable para la geografía histórica del sur
venezolano, pues allí se analizan las primeras expresiones por el Orinoco, las etapas de Santo Tomás de
la Guayana, la expedición de Solano y el nacimiento de Angostura” (El
Universal, 1/7/1968).
Manuel
Alfredo Rodríguez, por su parte, expresa en el prólogo escrito para la edición del Ircopahidec, 1975, que “la obra es el fruto de una larga
investigación centrada en los archivos de Ciudad Bolívar y los errores que
seguramente contiene son de escasa monta al lado de sus grandes méritos. De ahí
que Los Ángeles sea un libro caro al corazón de los guayaneses”. Ciertamente,
es el libro más leído y citado de quienes habitamos bajo el arco sur
oriniquense. Abarca un periodo de 340 años, desde 1532 cuando Diego de Ordaz
remonta por primera vez el Orinoco, hasta 1872,
año cuando los partidarios de
Monagas son desalojados del poder regional por los protagonistas de la
Revolución de abril liderizada por el liberal Antonio Guzmán Blanco.
De
esa obra “Anales de Guayana” lo que más leen, citan y comentan los guayaneses,
son los capítulos referentes al fusilamiento del General Manuel Piar, que a
decir del mismo MAR, “es el ejemplo más típico que hubiera podido ser de mayor
productividad para la comprensión del
proceso interno de la causa independista”.
Pero
mientras en el Estado Bolívar el libro mas leído y citado es Anales de Guayana,
en el hoy Estado Amazonas que al igual que Delta Amacuro forma parte de región
Guyana, el libro por excelencia en este aspecto es “Rionegro”, reeditado en
1984 por el Consejo Municipal de Puerto ayacucho. Esta obra fue concebida por
Tavera a partir de 1900 cuando residenció en el Territorio Amazonas y trata de
la etnografía, la historia y la geografía regionales sin pasar por alto la
industria, el comercio y la riqueza potencial de sus grandes bosques, por la
cual aboga en dirección hacia una explotación racional.
Tavera
Acosta se estableció en Ríonegro a raíz de su nombramiento como gobernador de
ese Territorio, víctima de movimientos revolucionarios frecuentes. Ya estaba
residenciado en Ciudad Bolívar desde 1985 de aquí salió hacía el Amazona en el
vapor “Libertador” en compañía del Coronel Luis Roberto Molinar, informa el
vespertino “El Anunciador” del 23 de julio de (1900).
Desde
1898 a 1900 con intervalos de meses se habían sucedidos en amazonas, seis
movimientos revolucionarios contra los Gobernadores de turno, entre ellos, el que
derrocó a Level Gutiérrez, quien se vio forzado a asilarse en el Brasil (1898),
pero inmediatamente después fue repuesto en su cargo por el doctor Charles
Bovalius, un sueco amigo que lo trajo al frente de una tropa.
Bartolomé
Tavera Acosta, carupanero hijo del General Juan Bautista Tavera, natural de
Ajacio (Cócega) y de Rosa Acosta Peña, había llegado a Ciudad Bolívar en 1895
siguiendo el derrotero de su amigo y paisano el poeta Andrés Mata con quien
había fundado en Carúpano los periódicos
“El Día” y “Poder Civil”. Mata estuvo
residenciado en Ciudad Bolívar en 1887 junto con J. M. Vargas Vila, ambos dueño
de una pequeña prensa donde publicaban “Cabos Sueltos del Orinoco”. Pero cuando
Tavera Acosta llegó a la capital angostureña, Andrés Mata andaba por otros
lares, Santo Domingo o Caracas. Tenía Tavera 30 años de edad y venía de
Margarita a donde lo había abortado la Revolución Legislativa de 1892. Traía la experiencia de
haber sido segundo oficial de la Aduana de Carúpano y Comandantes de Armas del Estado
Bermúdez (1890), como se llamaba entonces el actual Estado Sucre.
Tan
pronto llego a Ciudad Bolívar y pudo compenetrarse con la sociedad intelectual,
fundó un semanario del mismo corte de “La Aurora” que puso a circular en
margarita (1893). Le calzó el nombre de “Ecos y Notas” que Lugo dejo a un lado
para colaborar en la fundación de la revista “Horizontes”, nombre que según
Horacio Cabrera Sifontes ya había ostenta una revista del yuruary fundada por
Celestino Peraza.
La
revista “Horizontes”, órgano mensual del Centro Científico Literario de Ciudad
Bolívar, comenzó a circular en enero de 1899 bajo la dirección del doctor Luis
Alcalá Sucre, en formato 33x24 y estuvo circulando hasta 1914.
Una
vez concluida la misión oficial de normalizar la situación en el Territorio
Amazonas, tavera Acosta regresó a Ciudad Bolívar en febrero de 1902, tras el alzamiento del
capitán Ramón Cecilio farreras contra el presidente del estado Bolívar, general
Julio Sarría Hurtado, lo cual dio lugar a la Batalla de Ciudad Bolívar que paso
de nuevo la provincia bajo control del Gobierno de Cipriano castro.
En
1904, Tavera Acosta fue nombrado Interventor de Aduana y Juez Nacional de
Hacienda y desempeñando ese cargo estuvo a punto de morir ahogado al naufragar el vapor “La Verdad” el 28 de julio
cerca de la isla de Consejo, siendo oportunidamente socorrido por “El
Masparro”. Ese mismo año fue electo diputado de la asamblea Legislativa del
estado y después en 1909, Superintendente de Instrucción Popular. Entonces se
dedica intensamente a investigar y divulgar la Historia de Guayana bajo la
promesa del Gobierno de costear su publicación.
Al año siguiente, 31 de agosto
de 1910, recibe la comunicación según la
cual la Universidad de Bogotá le había conferido el grado de doctor en
Filosofía y Letras. Entonces era Intendente de Tierras Baldías y estaba enamorado de la joven guayanesa Isabel La Grave, con quien contrae matrimonio
el primero de marzo de 1911. Un año después,
recibe la grata noticia de que la Academia de Ciencia de Cadiz
(España) lo ha aceptado como miembro
correspondiente. El doctor Luís Godoy, a la sazón Presidente del Estado, lo
congratula y designan Secretario General de Gobierno, cargo que ejerció durante
un año (1912-1913) en sustitución del doctor Eduardo J. Dagnino.
En
1914 es electo por la Asamblea Legislativa Miembro de la Corte de Justicia del
Estado y al cabo de dos año pasa a ser Secretario Privado del presidente del
Estado general Marcelino Torres García y Secretario General de gobierno en el
año de transición entre Torres García y el Presidente Vicencio Pérez Soto. Al
año siguiente julio de 1922 recibió el doctorado Honoris Causa en filosofía del
Instituto Monreales de estudios Superior de Roma.
Tavera Acosta participó
exitosamente en dos de los tres Juegos Florales realizados en el Teatro Bolívar
(octubre de 1920, Día de la Raza; febrero 1923 con motivo del centenario de
Juan Bautista Dalla Costa Soublette y el y el 21 de julio de 1928, aniversario
de la Batalla de Ciudad Bolívar que había sido adoptado como Día de la Paz. En
los primero obtuvo la Gardenia de Oro con sus trabajo de historia “Las Estrellas de la bandera Nacional” y en
los segundos el Nardo de Oro” por su trabajo “Las Provincias Orientales de Venezuela
en la primera República”.
Luego de estos Juegos Florales
abandonó definitivamente la ciudad que
lo había acogido durante 28 años y pasó a residenciarse en Caracas, donde fue
nombrado Registrador principal del distrito Federal, cargo que desempeño hasta 1924 cuando fue designado Secretario
General de Gobierno del Estado Aragua. Le agradó Aragua y allá se quedo para
siempre llegando a ser Presidente del Estado en 1929 y senador ante el Congreso
Nacional, curul que sólo ocupó hasta el 8 de febrero de 1931 cuando falleció a
la edad de 66 años, dejando como herencia para todas las generaciones su vasta
producción historiográfica, etnológica y lingüística.
Su inmensa Biblioteca, donde
incluso se hallaba el Diario de Farreras y posiblemente y el de Piar así como
valioso documento vinculado a la historia de Guayana, quedó en manos de su
herederos. En diciembre de 1942, el doctor Carlos Rodríguez Jiménez, entonces
Presidente de la Ciudad Cultural Bolívar de la Casa Venezuela en el Hogar
Americano, propuesto al Presidente del
Estado, coronel Carlos meyer, la adquisición de esa biblioteca, pero al parecer
no había recursos disponibles como tampoco los hubo en noviembre de 1936 cuando
el señor Max Rojas ofreció en venta a la Gobernación los 3 mil volúmenes de la
Biblioteca de Juan Bautista Dalla-Costa Soublette, con su correspondiente
vitrina de caoba. El ofrecimiento fue hecho por telegrama fechado en Tucupita,
según reproducción del diario “El Luchador” el día 24
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